El regreso de los “lanzadores de fruta” franceses a la frontera española

Péage du Boulou, a 7 kilómetros al norte de la frontera franco-española, el jueves pasado. Una multitud de hombres rodea un camión cisterna. Dos suben a popa y abren las compuertas. Miles de litros de vino se derraman al suelo, entre aplausos. La escena se repite con los envíos de lechugas y tomates. Los atacantes son viticultores franceses; las víctimas, camioneros, en su mayoría españoles, a veces marroquíes. España está consternada, pero no realmente sorprendida: conoce demasiado bien a quienes llama «los tirafrutas», los lanzadores de frutas.

Cuando las tensiones en la frontera estaban en su punto máximo, poco después de la adhesión de España a la CEE, la clasificación se atribuyó a todos nuestros nacionales. Los agricultores franceses acusan a los españoles de dumping social, olvidando el impacto de la modernización de las instalaciones y del clima más favorable más allá de los Pirineos. Y el país está redescubriendo sus viejos reflejos. Una organización sectorial propone a los camioneros llevar ante la justicia a Francia, incapaz de garantizar la libre circulación de mercancías.

Madrid se queja a París. La Comisión exige a Francia información sobre los incidentes y las medidas adoptadas para evitar que se repitan. El sindicato agrícola Coag señala a otro culpable: “Sufrimos la misma crisis de rentabilidad que los productores franceses.lanzó su secretario general, Miguel Padilla. Estos ataques pretenden excluir a los españoles del mercado comunitario, cuando los verdaderos culpables son las grandes cadenas de distribución, principalmente francesas..”