¿Qué podría explicar el número de muertos por las inundaciones en España?

¿Qué podría explicar el número de muertos por las inundaciones en España?

El mal tiempo que azota el sureste de España desde el martes ha matado al menos a 158 personas, la cifra más alta en el país desde las mortíferas inundaciones de octubre de 1973, cuando murieron 300 personas.

Grandes cantidades de precipitaciones, presencia de suelo seco o artificial, falta de respuesta de las autoridades son algunos de los factores que explican un número tan elevado de víctimas, según expertos consultados por la agencia France-Presse (AFP).

A continuación se detallan los motivos que llevaron a esta situación.

Fenómeno meteorológico de rara violencia

Según la Agencia Meteorológica Española (Aemet), en algunas localidades cayó en apenas unas horas el equivalente a «un año de precipitación». En Chiva, al oeste de Valencia, se registraron nada menos que 491 litros de lluvia por metro cuadrado.

Este diluvio, ligado a un fenómeno de gota fría, una depresión aislada a una altitud bastante habitual en esta época del año, alcanzó proporciones tan fuertes que provocó que varios ríos se salieran de su cauce y provocó la formación repentina de enormes torrentes de barro.

Fue un ‘cóctel’ dramático, según Jorge Olcina, catedrático de climatología de la Universidad de Alicante, que asocia este acontecimiento con el «calentamiento global».

Cuando alcanzan esta magnitud, las gotas frías pueden tener efectos «muy similares» a los de un huracán, afirma el investigador.

Suelos secos y artificiales

La violencia de las inundaciones también se explica por la presencia de suelos secos en las zonas afectadas, habiendo España experimentado intensas sequías en los últimos dos años. Esto favoreció un fenómeno de escorrentía superficial, en el que la tierra resultó incapaz de absorber toda el agua.

Además, la Comunidad Valenciana, la más afectada por las inundaciones, se caracteriza por numerosas zonas artificializadas, donde los espacios naturales han dado paso al hormigón completamente impermeable.

En los últimos años se ha producido «una urbanización descontrolada y mal adaptada a las características naturales del territorio», lo que hoy amplifica los riesgos, destaca Pablo Aznar, investigador del Observatorio Socioeconómico de Inundaciones y Sequías (OBSIS).

Zona densamente poblada

Las precipitaciones cayeron sobre zonas densamente pobladas y, por tanto, afectaron automáticamente a un gran número de personas.

El área metropolitana de Valencia, en el sureste de España, donde se produjeron la mayoría de las muertes, tiene 1,87 millones de habitantes y es la tercera ciudad más grande del país.

La densidad urbana «es un factor muy importante» para explicar el impacto de estas inundaciones, señala Pablo Aznar, advirtiendo que prevenir las ciudades de desastres climáticos constituye un desafío para las autoridades.

Hora punta en las carreteras

La mayor parte de la lluvia cayó a última hora del día, en un momento en que muchos residentes se encontraban en la carretera.

Según las autoridades, muchas víctimas murieron en sus automóviles, sorprendidas por la crecida del agua cuando regresaban a sus casas, o en la calle, después de intentar trepar a árboles o farolas.

Esta situación podría haberse evitado si se hubiera avisado a tiempo a estas personas para que regresaran antes a casa, advierte Hannah Cloke, profesora de hidrología de la Universidad de Reading (Reino Unido).

Falta de respuesta de las autoridades

La Aemet emitió el martes por la mañana una alerta roja para la Comunidad Valenciana, pidiendo «mucha precaución» ante el peligro extremo.

Pero el servicio de protección civil no envió su mensaje telefónico de alerta hasta las 20.00 horas, instando a los residentes a no salir de sus casas.

También se cuestiona la falta de precaución de algunos residentes: varios admitieron haber abandonado la zona a pesar de las advertencias, explicando que no eran conscientes de la gravedad de la situación debido a las advertencias demasiado frecuentes.

«Hubo fallos de comunicación», pero sin duda hay una «responsabilidad compartida», cree Pablo Aznar, que señala un problema en la «cultura del riesgo» española.

«La mentalidad colectiva todavía no está suficientemente adaptada a los nuevos fenómenos extremos», comenta.

Este análisis lo comparte Jorge Olcina, de la Universidad de Alicante: «Habrá que hacer mucho más para mejorar la educación sobre el riesgo en los colegios, pero también a toda la población, para que sepa cómo actuar en caso de riesgo inmediato» .

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