¿Es este el final de las despedidas de soltero tradicionales?  En estos lugares si

¿Es este el final de las despedidas de soltero tradicionales? En estos lugares si

Las despedidas de soltera parecen estar de moda y se han multiplicado en varias ciudades este verano, pero en algunas localidades españolas estos grupos están poniendo furiosos a los vecinos.

Málaga, Logroño, León, Salamanca, Sevilla y Granada son algunos de los municipios que, tras numerosas quejas de los vecinos, están modificando las leyes para intentar controlar este tipo de festividades.

Las medidas van desde controlar el ruido hasta prohibir que las personas caminen por la calle con accesorios en forma de genitales en la cabeza, con muñecas sexuales o en ropa interior.

El tema ha dividido a vecinos, ayuntamientos y empresarios, pero los hosteleros ya niegan el acceso de algunos de estos colectivos a sus restaurantes.

Según la agencia EFE, algunos de los empresarios que organizan despedidas de soltero consideran «normal» que se regulen estas celebraciones, pero otros defienden que no se deben «satanificar» ni restringir, ya que también aportan beneficios económicos a las ciudades.

En Logroño, una de las ciudades del norte de España más populares para celebrar despedidas de soltero, algunos bares de la tradicional calle de tapas han limitado la entrada a estos grupos por las «incomodidades» que provocan a la clientela habitual.

En Granada, ciudad que se consolidó hace casi dos décadas como uno de los destinos preferidos para decir adiós a la vida de soltero, el Ayuntamiento aprobó en 2009 una ordenanza que prevé multas por «comportamientos irritantes», como salir a la calle con un megáfono.

Pero estas sanciones no fueron suficientes para los hosteleros, que pidieron un control más estricto de las normas y, en varios lugares del centro, se cuelgan carteles anunciando que no atienden despedidas de soltero.

Ahora el Ayuntamiento ha iniciado una consulta pública para que los vecinos presenten sugerencias para modificar la ordenanza y evitar que la relación entre la hostelería y este tipo de turista acabe… en divorcio.

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