Aquí el perfil de Pedro Sánchez, el «superviviente» político
Edro Sánchez, líder del Partido Socialista Español (PSOE), de 51 años, ha sido reelegido hoy jefe del Gobierno de España por un ‘artilugio’ de ocho partidos de izquierda y derecha, regionalistas, nacionalistas e independentistas de Canarias. Galicia, Cataluña y País Vasco.
Tras una derrota de la izquierda en las elecciones regionales y municipales del 28 de mayo, un segundo puesto de los socialistas en las elecciones legislativas del 23 de julio y meses de negociaciones, Sánchez obtuvo una mayoría absoluta de 179 apoyos de los 350 diputados del Parlamento español.
Competitivo y combativo, según la imagen que en parte cultiva y que le atribuyen los analistas, el currículum político de Sánchez es el de un superviviente, a menudo contra todas las expectativas. O un «manual de resistencia», como él mismo escribió en la autobiografía que publicó en 2019.
Nacido en Madrid, es doctor en Economía y realizó sus estudios superiores en la capital española y Bruselas. Fue profesor universitario, asesor del Parlamento Europeo, formó parte de la oficina del alto representante de Naciones Unidas en Bosnia durante la guerra de Kosovo y habla con fluidez inglés y francés.
Como primer ministro cultivó un perfil internacional, de intervención y liderazgo en foros internacionales, especialmente en la Unión Europea y la OTAN (la alianza de cooperación en defensa entre países europeos y norteamericanos).
Es miembro del PSOE desde 1993 y llegó a diputado por primera vez en 2009, tras haber sido concejal en Madrid.
Se convirtió en líder del PSOE en 2014 y perdió dos elecciones, con los peores resultados que tuvo el partido en la historia de la democracia española establecida en 1977.
El partido incluso lo expulsó de la dirección en 2016, pero regresó al cargo en mayo de 2017, sorprendentemente, en una candidatura contra el aparato y los barones del PSOE.
En junio de 2018 se convirtió en primer ministro sin acudir a elecciones, en un momento en el que ni siquiera era diputado y cuando los socialistas tenían uno de los grupos parlamentarios más pequeños de su historia, al aprobar la primera moción de censura contra un gobierno en el Historia de España.
Ganó dos elecciones en 2019 y acabó liderando el primer gobierno de coalición de la democracia española, con la plataforma de extrema izquierda Unidas Podemos. El ejecutivo fue posible en el parlamento gracias a los partidos independentistas catalán y vasco, lo que le valió repetidas y duras acusaciones de negociar y hacer tratos con «enemigos de España», que quieren acabar con el país, sólo para mantenerse en el poder.
Llegó a las elecciones de este año agotado por esas críticas y tras cinco años de gobierno que coincidieron con la pandemia y la guerra en Ucrania, aunque con resultados económicos considerados positivos.
Además de los resultados económicos que reivindica, internamente se centra en la igualdad, las políticas sociales para responder a las crisis, la inversión en la transición energética y la lucha contra el cambio climático.
También se jacta de haber pacificado Cataluña, haber puesto fin al frente único de los partidos independentistas en la región y haber reducido los votos y el apoyo social al separatismo catalán a su nivel más bajo en más de una década. Esto después de la tensión que se vivió en la región cuando gobernaba la derecha, con una declaración unilateral de independencia en 2017, la detención y condena de líderes autonómicos y disturbios en las calles. Los críticos dicen que ha pacificado Cataluña, pero está dividiendo a España con concesiones a los independentistas.
Los admiradores se jactan de su resistencia, competitividad y perseverancia, mientras los críticos señalan su irregularidad, decisiones contrarias a lo que promete, oportunismo para seguir al frente del Gobierno, soberbia y una imagen fría, artificial y distante de las personas.
La más reciente de sus decisiones inesperadas y su apuesta de «todo o nada» fue a finales de mayo pasado, cuando al día siguiente de perder las elecciones regionales y locales, disolvió el parlamento y adelantó las legislaturas nacionales.
No ganó las legislativas, pero hoy ha vuelto a ganar el Gobierno, en la que será la primera ejecutiva de la democracia española dirigida por el partido que no ganó las elecciones.
El resultado electoral le llevó una vez más a avanzar hacia algo que siempre había negado: conceder una amnistía a los independentistas catalanes para seguir al frente del Gobierno. Además, negoció con el expresidente de la Generalitat de Cataluña Carles Puigemont, que huyó a Bélgica en 2017 para escapar de la justicia española.
Sánchez ya había prometido llevarse a Puigdemont de regreso a España, pero sentarlo en el banquillo y obligarlo a rendir cuentas ante los tribunales.
El líder del PSOE dice haber hecho de «la necesidad una virtud» y justificó que la amnistía es la manera de recuperar la convivencia entre los españoles y la manera de crear un bloque que impida que la extrema derecha entre en el gobierno de España.